
Comenzaba así una aventura artística y espiritual sin precedentes que duraría más de un siglo, a través de veinte pontificados. Aunque adoptaron de vez en cuando proyectos y soluciones arquitectónicas diversas, los papas del Renacimiento nunca quisieron apartarse de la tradición anterior, que situaba la tumba de San Pedro en el centro de la Basílica.
Para la realización del majestuoso edificio recurrieron al trabajo de algunos de los arquitectos más famosos del Renacimiento, como Fray Giovanni Giocondo (1433-1515), Rafael Sanzio (1483-1520), Giuliano da Sangallo (1445-1516), Antonio da Sangallo (1485-1586), Baldassarre Peruzzi (1481-1536), Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564), Jacopo Barozzi da Vignola (1507-1573), Giacomo della Porta (1533-1602) y Carlo Maderno (1556-1629). Este último completó la basílica erigiendo la fachada entre 1608 y 1612.
En el siglo XVII, Gian Lorenzo Bernini (1598-1680) se encargó de la grandiosa plaza de San Pedro, mientras que importantes decoraciones del interior de la basílica datan del siglo XVIII.
© Fábrica de San Pedro